martes, 11 de noviembre de 2008

Nueva York, la capital mundial en la que todo es posible


Por primera vez, nos hemos decidido a cruzar el charco. Tras haber hecho un repaso por parajes europeos atípicos, fuera de enormes centros urbanos y alejados del estrés imperante en las sociedades mundanas, esta semana queremos viajar hasta la capital financiera más importante del mundo. Nueva York es la cuna de lo cosmopolita, la utopía de lo fashion, el centro de la comida basura, la ciudad que nunca descansa, el ombligo del planeta, ejemplo a seguir por muchos y a no imitar por otros tantos. La urbe de los enormes rascacielos, de taxis del up town y del down town, de barrios como el Soho, Brookling, Bronx, Manhatan, el judío, China Town, o Main Street. La capital mundial de la moda y de la cultura. Pasees por donde pasees, todo es arte, arte humano o arte mundando, según se mire.
El museo Metropolitan, el Momma o el Guggengheim. Avenidas como la quinta o Broadway. Ríos como el Hudson y su increíble Estatua de la Libertad. Centros como el Rockefeller Centre, punto de encuentro de gran parte de ciudadanos. Presumibles espacios naturales de la mano de Central Park. Y un sin fin de enumeraciones que enamoran con tan solo ser escuchadas.
En Nueva York todo es posible. Esta ciudad es el vivo retrato de la cultura americana. La capital americana ofrece una de las experiencias turísticas más completas del mundo, y ahora es más accesible que nunca:
El Empire State, construido en 1931, fue durante más de cuatro décadas el edificio más alto del mundo hasta que fue desbancado por la torre Sears de Chicago en los 70 y posteriormente por muchos otros edificios en el mundo. Aún así sus estadísticas son impresionantes: 102 pisos, 443 metros de altura, 650.000 metros cuadrados de superficie útil, 6.500 ventanas, 73 ascensores....todo esto hace que cada año 2.500.000 personas vayan a visitarlo.


La Estatua de la Libertad representa como pocos monumentos el sueño americano de expansión e independencia. De hecho, esta estatua fue un presente del pueblo francés al americano para conmemorar en 1876 el centenario de la independencia de los Estados Unidos, pero algunos problemas financieros tanto en la construcción de la estatua como en el lugar donde sería colocada, hicieron que su inauguración se pospusiera diez años.

La quinta avenida.Es la arteria principal del barrio de Manhattan, que divide la gran manzana en las partes Este y Oeste (East Side y West Side), siendo el punto a partir del cual se numeran los edificios en las calles que cortan transversalmente a ésta, y al resto de las avenidas que transcurren de forma longitudinal.




Central Park es sin duda alguna el pulmón de Manhattan además de un auténtico espectáculo en cualquier época del año. Las cifras hablan de unos 25 millones de visitantes anuales y es el parque más visitado de todo Estados Unidos.
Su fama no es para menos, ya que podemos perdernos en sus senderos, lagos, espacios abiertos o zonas más boscosas y descubrir uno de los parques más fascinantes que hayamos podido visitar.


El complejo de rascacielos construido por John Rockefeller, uno de los integrantes de la multimillonaria familia durante los años de la gran depresión, dicen que fue el último gran gasto de la familia. En un principio intentaron contratar a Matisse y Picasso para la decoración, aunque finalmente tuvieron que “conformarse” con Diego Rivera y con Sert, que sustituyó al primero debido a un retrato de Lennin que Rivera incluyó en la decoración y que no gustó nada a los promotores del complejo.


El cruce de caminos más famoso del mundo y el más iluminado. Times Square es el corazón de la ciudad, sobre todo en lo que al teatro se refiere. En esta plaza se pueden comprar entradas para ese mismo día para los musicales de Broadway a unos precios mucho más asequibles.
Por aquí pasan cientos de miles de personas al día, que contemplan maravillados sus increíbles anuncios de neón. Por eso, colocar un luminoso en este estratégico sitio cuesta varios millones de dólares, por no hablar del dinero que hay que destinar a su mantenimiento.

Blanca Alvarez-Blázquez Márquez

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